Cuando era niño, hace 44 años, los domingos iba a casa de mi abuelo Amilcar Esquivel Cárdenas, era uno de los filatelistas reconocidos de los años 80, en la pensínsula de Yucatán, tenía entre 14 y 15 años.

Hoy cuando recuerdo a mi abuelo, pienso en una persona obsesiva, tenía cientos de libros, etiquetaba todo, guardaba listas de todo, inventariaba todo, así hizo una colección con miles de estampillas de todo el mundo. Hacía cada domingo decenas de cartas que enviaba al mundo entero y recibía otros cientos, en ese entonces, no existía el correo electrónico y había mucho intercambio postal.

Así, hizo una colección gigantesca de timbres postales, de uno en uno, de carta en carta, me enseño a medirlos, a catalogarlos, a valorarlos, a estudiarlos y a apreciarlos.

Eso me llevó a seguir comprando y negociando en cada tianguis, en cada tienda, en cada viaje, la aumenté incluso, he estado en cada sitio web y hoy he dedicido vender todo para que otros se ocupen de mantener lejos del deterioro y del tiempo las piezas rescatadas.

En el fondo siempre he sido un cazador de tesoros, mi interes es el dinero y es el interés que debes tener, por que a medida que la comunicación avanza con la tecnología, cada vez hay menos estampillas postales y las que existen cada día suben de valor.

Coleccionar estampillas postales es una inversión que deja en forma constante más o menos un 40% anual.

Y créeme, 44 años pásan volando.

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